Por eso la lectura es tan importante para abrir la mente y conocer el mundo. ¡Niños, lean!
Estoy trabajando en la traducción de una propuesta para la creación de un Centro en Rapa Nui (Isla de Pascua). Y es increíble el poder que tiene la mente, porque las ganas de volver ahí están dormidas, pero me pongo una vez más a leer sobre ella, recordar, ver fotografías (todo en pos del estudio que estoy haciendo para la traducción) y se reencienden las pasiones.

Y fue increíble. No tengo palabras, pero fue perfecto. Me fui con la mitad de mi maleta llena de confort (no sé por qué me convencí de que eso era lo más importante porque todo era tan caro allá) y mi bicicleta. Trabajé en una escuela, viví, tuve amigos, amores, estudié, recorrí, me impresioné tanto la primera vez que vi un moai.
Pero después de unos meses decidí irme a buscar futuro, cultura, inglés y arte a una isla más grande que desde hace casi 200 años ha prometido tantas oportunidades. Y así lo hice. Y desde los 163,6 km² de Rapa Nui salté a los 7,692 millones km² de la Gran isla de Oceanía, donde viví por casi 7 años, y en donde fui a conectar conmigo, a estudiar y a reconocer el pasado de mi familia paterna.

Estoy trabajando en la traducción de una propuesta para la creación de un Centro en Rapa Nui (Isla de Pascua). Y es increíble el poder que tiene la mente, porque las ganas de volver ahí están dormidas, pero me pongo una vez más a leer sobre ella, recordar, ver fotografías (todo en pos del estudio que estoy haciendo para la traducción) y se reencienden las pasiones.
Yo viví allá hace unos 12 años. Y cuando me fui, me convencí a mí misma de que me iba tranquila, que ya estaba lista con la Isla. Y la verdad es que hoy, entrando en este tema, siento el mismo fuego que me llevó allá en primer lugar.
Yo me iba a ir a vivir a San Pedro de Atacama después de terminar mis estudios en Letras y Metafísica en la Adolfo Ibáñez, ese era mi plan. La idea era irme unos años, un tiempo, sin plazos. Y cuando me estaba preparando para partir, la vida me giró al oeste. Todo apuntó allá y sencillamente seguí las pistas que estaban claramente delineadas.

Y fue increíble. No tengo palabras, pero fue perfecto. Me fui con la mitad de mi maleta llena de confort (no sé por qué me convencí de que eso era lo más importante porque todo era tan caro allá) y mi bicicleta. Trabajé en una escuela, viví, tuve amigos, amores, estudié, recorrí, me impresioné tanto la primera vez que vi un moai.
Pero después de unos meses decidí irme a buscar futuro, cultura, inglés y arte a una isla más grande que desde hace casi 200 años ha prometido tantas oportunidades. Y así lo hice. Y desde los 163,6 km² de Rapa Nui salté a los 7,692 millones km² de la Gran isla de Oceanía, donde viví por casi 7 años, y en donde fui a conectar conmigo, a estudiar y a reconocer el pasado de mi familia paterna.

En fin,
¿y si vuelvo a la Isla
ahora con mi familia?